Pintxo

Pintxo Wolfie nos dejó el 25 de Marzo del 2022

Pintxo llevaba un par de meses postrado; el dolor de la espalda y cuello no cesaba y el animal cada día estaba más nervioso.

Siempre se nos ha quedado algo dentro atravesado pensando en que deberíamos haberle dado descanso 1 mes antes, cuando pasó lo de Yuca, ya que por entonces estaba bastante mal. Esperábamos que con la medicación se le podría aliviar al menos el dolor y podría disfrutar los últimos meses tranquilo y relajado.

Pero no fue así.

No hay día que no le echemos en falta.

 

 

Este salao llegó al Txoko Lleó el 19 de diciembre de 2020. El día anterior, una compañera que trabaja en una clínica veterinaria de Vitoria-Gasteiz, Álava/Araba, nos alertaba sobre un hombre que había pasado por la clínica preguntando si podían eutanasiar a su perro. Obviamente, le contestaron que no es legal matar (hablemos claro) a un perro, sin que haya claros signos de que el animal estuviese sufriendo, y no era el caso. Parece ser que quería deshacerse de él, pero en la perrera no se lo cogían pues era de edad avanzada, es por eso que esta compañera nos pedía ayuda.

Inmediatamente nos pusimos en contacto con el hombre, le ofrecimos hacernos cargo del perro, y quedamos al día siguiente con él.

En la llamada, nos contó que el perro vivía en un pueblo cercano a Vitoria-Gasteiz, en un caserío, en su exterior, y que se encontraba solo puesto que la persona con la que vivía había fallecido y que él había cogido la responsabilidad de ir una vez a la semana a dejarle comida. Esa noche no dormimos tranquilas pensando en el animal durmiendo solo, a la intemperie, y más pensando en el fío que había hecho los días anteriores.

Al día siguiente acudimos a la cita. Quedamos en un parking cercano, puesto que por las lluvias el camino al caserío debía de estaba complicado para acceder con el coche.

De camino nos imaginábamos a un perro muy abuelo y poco sociable, al haber estado solo, y por un comentario que hizo el hombre que tenía dudas de si iba a poder subirlo o no al coche.

Llegamos al sitio y conocimos a Pintxo. Nos enamoró este lobito. No parecía tan mayor como imaginábamos y era súper sociable. Andaba perfecto con la correa, y tenía una mirada muy viva. Imposible no quedarse prendada de él.

El hombre nos amplió la información y la historia cambiaba.

La historia real es la siguiente:

Hacía ya 4 años que había fallecido el hombre que vivía con él. Pintxo tenía un hermano de menor tamaño el cual se quedó la vecina. Desde entonces Pintxo vivió solo hasta el día que le recogimos.

Este señor era un familiar que decidió pasar, aunque sea un día a la semana, por allí a dejarle el pienso en el dispensador, y a soltarle un rato. Rato en el que Pintxo corría a la casa de al lado a buscar a su hermano, y juntos corrían monte arriba.

Nos dijo que sí, que dormía fuera de la casa, pero que se iba a una cuadra que había a dormir en la paja. Y a la pregunta de por qué quería ahora, después de 4 años deshacerse de él, respondió que la familia no lo quería. Esto nos sonó a ha llegado el momento de disponer de la herencia y el perro estorba.

En cuanto a la visita al veterinario con intención de matarle, respondió que no era cierto, que fue simplemente a preguntar que si fallecía, si le podía enterrar en el caserío, porque es lo que le gustaría al hombre con el que vivía…

Visto el panorama y que Pintxo ya tenía familia de acogida, nos lo llevamos de la misma. Quedamos con el hombre para el día siguiente para que nos firmase la cesión.

Nuestro Pintxo Wolfie tenía ya acogida porque al saber del caso, nos pusimos en marcha con la búsqueda, con suerte de dar con nuestra compañera Ángela, de Objetivo Zero Waste, que nos dijo: -que venga aquí-,  sin preguntar nada más. Un apunte: Ángela también acogió a Grisa y Simón.

«Se agradece encontrar a personas comprometidas que, como siempre, casualidad, son justo las que menos pueden, bien porque ya tienen muchos animales, porque no tienen sitio, o bien porque no andan muy boyantes económicamente.» 

Nos llevamos a Pintxo directamente al veterinario. Nos habían hecho un hueco para esa misma mañana en la clínica de la compañera que dio la alerta del caso, pero al llegar, había tal cantidad de gente esperando, y nosotras teníamos tantas ganas de que Wolfie tuviese ya el cariño que demandaba y un sitio caliente, que nos lo llevamos directamente a Logroño, con su acogedora, y pedimos cita en nuestro veterinario de siempre para el lunes para revisión general.

Pintxo se mareó en el coche y le costó subir, pero pensamos que sería de miedo, lo que no nos imaginábamos es que esa dificultad sería un indicador de lo que más tarde descubriríamos.

Al llegar a su nueva casa Pintxo hizo buenas migas con sus hermanos, solo hay que ver la foto. Sí que es verdad que estaba bastante agitado y que no paraba de un lado a otro, queriendo montar a sus compis. Obviamente, no estaba castrado.

El lunes 21 de diciembre acudió a revisión general:

Observación: Aparentemente limpio y sano. 27 kg. Artrosis. Debilidad en cuarto trasero. Se observa pérdida de bello capilar en la zona cervical que puede deberse al collar. No hay irritación. Dificultad para la realización de movimientos que requieran alcanzar a un alto. Estado alto de agitación.

Tratamiento: Desparasitación. Tratamiento ansiolítico. Pienso específico para articulaciones.

Al día siguiente acudíamos de urgencia porque Pintxo no podía mover la parte trasera de su cuerpo. En la radiografía que le hicieron se veía cómo tiene la columna destrozada, con muchas hernias, y muchas posibilidades de que en una de éstas no recupere la movilidad. La recuperó, pero en sólo dos semanas hicimos 7 visitas al veterinario. Le compramos un arnés de apoyo y movilidad para ayudarle.

Placa de la columna vertebral de Pintxo donde se ve claramente su estado

Vista la situación y el futuro de Pintxo, creímos conveniente encontrar un lugar adecuado para él, donde le diesen los cuidados específicos que iba a necesitar por su edad y por su estado de su salud.

Cuál fue nuestra alegría cuando Projecte Empathía, asociación catalana especializada en perros de edad avanzada, con mucha experiencia, y la cual admirábamos por su labor, nos dijo que tenían un hueco para Pintxo.

Acordamos con Empathía que Pintxo seguiría estando bajo nuestra tutela, y que ellos se encargarían de su guarda. Hablando claro, que ellos le cuidarían y garantizarían su bienestar, y que nosotras correríamos con todos los gastos de Pintxo.

El 23 de enero trasladamos a Pintxo al que será su hogar. Conocimos a sus guardadoras humanas, entre ellas a Montse Bou, responsable de la asociación, y  a quienes iban a ser sus compañeros.

Pintxo se ha adaptado súper bien a Empathía, y no deja un instante a Montse. Dado que no para, no es de extrañar que ahora mismo, mientras os estamos contando su historia, Pintxo se encuentre otra vez tumbado sin movilidad en los cuartos traseros.

Por mucho que queramos que el guindilla se esté quietecito por su espalda, estamos seguras de que si hablase humano, es de los que diría: – ¡¡A vivir que son dos días!!.

¿Quieres amadrinar-apadrinar a Pintxo?

Como abuelo que es, Pintxo va a necesitar muchos cuidados y visitas al veterinario.  Si quieres amadrinarle-apadrinarle y ayudarnos así a darles todos los cuidados habidos y por haber, pincha en el botón. De esta manera podremos asegurarle al guindilla una bonita y plena vejez como se merece.

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