
Actualización del 20/06/2019
Todavía sin recuperarnos de la ida de Martín, y la vida nos asesta otro duro golpe: El Jueves 20 de Junio de 2019 teníamos que dejar marchar a Alive.
Aunque sabíamos que pronto habría que hacerlo, y de hecho le habíamos hecho analítica para estar seguras de ello, saliendo los resultados sorprendentemente bien, el martes dejó de incorporarse y el miércoles hizo su último pis a las 15 horas.
El calor aceleró el proceso, sufrió un edema pulmonar debido a su cardiopatía y el tórax se llenó de líquido.
Alive lo agradeció porque necesitaba descansar, y no hizo falta ni acabar la anestesia ya que se quedó enseguida dormidito.
Puede que tuviéramos que haberlo hecho antes, pero nunca sabes cuando es el momento…lo que sí sabíamos es que Alive estaba muy agotado y que se iría pronto.
Las que habéis perdido algún ser querido sabéis lo que es esto, no hay consuelo, el vacío es insoportable y el dolor inagotable. Nos alivia pensar en su descanso merecido.
Y darle las gracias por todo lo que nos ha dado, por todo lo que nos ha enseñado, por querernos tanto tanto, por su nobleza y paciencia.
En esa famosa frase:
» Salvar a un animal no cambiará el mundo, pero sí cambiará el mundo de ese animal, y el mundo de una misma.»
Te queremos, Tato, te echamos de menos y siempre, siempre te llevaremos bien dentro de nuestros corazones.
Descansa en paz.
Te queremos y nunca te olvidaremos.



CONOCE LA HISTORIA DE ALIVE
Alive era un abuelete y todo amor.



Llegó al Txoko Lleó en un principio de acogida, pero fue imposible no enamorarse de él.
Alive había sido atropellado por un coche en dos ocasiones, y en la última lo encontraron casi sin pulso.






Estuvo tiempo viviendo en el refugio Animales Rioja, de Logroño, donde le llamaban el “perro terapia”, pues se llevaba bien con todos, con lo que le ponían de compañeros a los más peleones para que éstos se relajasen.
A Alive le gustaba pasar el día tumbado en la cama más vieja y guarra que hubiese. De vez en cuando se levantaba para ir a rebañar platos, o para darse una vuelta por el jardín a por las cacas de los gatos, que le pirraban.
Para coger el sueño le gustaba mordisquearse su patita, y esperaba a que estuviésemos a punto de quedarnos dormidas para ir a atacar, de manera muy ruidosa, todo el pienso que quedaba en todos los cuencos.
Al abuelete también le gustaba dar grandes paseos, y de vez en cuando se echaba alguna que otra carrera, aunque parezca increíble. Alive nos tenía enamoradas.
Como abuelo que era, ya tenía sus achaques. El hombre tenía una tos horrible debido a su fibrosis pulmonar, y en una ocasión le dió un síndrome vestibular geriátrico del cuál se recuperó bastante bien.